EL CAMÍ DE LA SANTEDAT
Sed, pues, perfectos como
vuestro Padre del cielo es perfecto. (Mt 5, 48). Los santos no son héroes, sino
gente común que, en su debilidad, imitan a Jesús al dar sus vidas, por la
gracia de Dios. El Papa Francisco explica muy bien cuál es el camino a la
santidad: "Los Santos y Santas de todos los tiempos, son personas que han
vivido con los pies en la tierra; han experimentado el trabajo diario de la existencia
con sus éxitos y fracasos, encontrando en el Señor la fuerza para levantarse
siempre y continuar en el camino. A partir de esto podemos entender que la
santidad es una meta que no puede ser alcanzada por las propias fuerzas, sino
que es el fruto de la gracia de Dios y nuestra libre respuesta a ella. Así
pues, la santidad es un don y una llamada." (Ángelus, 1/11/2019). Convertirse en santos es posible siguiendo la gran regla que Jesús nos
dejó: "Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber,
fui forastero y me acogisteis, desnudo y me vestisteis, enfermo y me
visitasteis, estuve en la cárcel y vinisteis a visitarme (Mt 25, 35-36).
El Papa Benedicto emérito nos explica el vínculo: "Por esta razón es muy significativo y apropiado que después de la fiesta de Todos los Santos, la Liturgia nos haga celebrar mañana la Conmemoración de todos los fieles que han muerto. La "comunión de los santos", que profesamos en el Credo, es una realidad que se construye aquí abajo, pero que se manifestará plenamente cuando veamos a Dios "tal como es". (1Jv 3.2). Es la realidad de una familia unida por profundos lazos de solidaridad espiritual, que une a los fieles fallecidos con los peregrinos del mundo. Un vínculo misterioso pero real, alimentado por la oración y la participación en el sacramento de la Eucaristía. En el Cuerpo Místico de Cristo las almas de los fieles se encuentran superando la barrera de la muerte, rezan unos por otros, realizan en la caridad un intercambio íntimo de dones" (Ángelus, 1/112005).
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