LA VERGE MARIA I EL ROSARI

 


Comenzamos el mes de octubre. La gran multitud ya hemos iniciado hace días el nuevo curso, y la Parroquia también. Como siempre, la Virgen de la Salud nos ayuda a comenzar el curso parroquial con la celebración solemne de su fiesta. Poniendo nuestros anhelos y trabajos bajo el manto de la Virgen María. Y justamente en el mes de octubre tenemos dos fiestas señaladas en el calendario litúrgico. María, bajo la advocación del Rosario (7 de octubre) y del Pilar (12 de octubre), nos anima a poner y a dedicar nuestra vida a Dios: “Haced lo que Él os diga” (Jn 2,5).

Por eso, éste mes nos recuerda la importancia de rezar el Rosario. Una oración mariana que a través las avemarías que se suceden al rezar nos ayudan a contemplar y meditar los misterios de la vida de Jesús. Ella nos enseña a acercarnos a esos misterios a través de sus propios ojos, porque todo en María es una invitación a amar al Hijo. De hecho, el origen de ésta devoción se debe a los monjes cartujos, que con su devoción particular a la Virgen María, llegaron a formar una oración del rosario en el siglo XV y que después, la orden dominicana (atribuyéndoselo a Santo Domingo de Guzmán) lo extendería por todo occidente. En los albores del siglo XXI, San Juan Pablo II -quien añadió los “misterios luminosos” al rezo del Santo Rosario- escribió, en su carta apostólica “Rosarium Virginis Mariae”, que esta oración mariana “en su sencillez y profundidad, sigue siendo también en este tercer milenio apenas iniciado una oración de gran significado, destinada a producir frutos de santidad”.

Uno de los episodios históricos que ha sido determinante en la historia de la difusión del Rosario fue la “Batalla de Lepanto” (7 de octubre de 1571). En ella una coalición de tropas y fuerzas navales cristianas se enfrentaron a la armada del imperio Otomano. Los cristianos, antes de la batalla, se encomendaron a la Virgen y rezaron el Santo Rosario. La victoria contundente que se produjo posteriormente fue atribuida por los ejércitos cristianos a la intercesión de la Virgen. El Papa San Pío V, en agradecimiento a la Virgen María, instituyó la Fiesta de la “Virgen de las Victorias”, a celebrarse el primer domingo de octubre. Además, añadió el título de “Auxilio de los Cristianos” a las letanías dedicadas a la Madre de Dios. Más adelante, el Papa Gregorio XIII cambió el nombre de la fiesta por el de “Nuestra Señora del Rosario”.

Mare de Déu del Roser, pregueu per nosaltres.

Mn. David Álvarez, rector

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